El escepticismo filosófico: origen, evolución y figuras clave en la historia

El escepticismo surgió en la Grecia antigua con Pirrón, quien enseñaba a sus discípulos a cuestionar toda afirmación. Estos seguidores, llamados skeptikoi (investigadores), sentaron las bases de una corriente que prioriza la duda sistemática sobre la aceptación dogmática. Con el tiempo, el término evolucionó para describir a quienes desconfían de verdades absolutas, no solo en filosofía, sino en diversos ámbitos del conocimiento. Figuras como Sexto Empírico y David Hume ampliaron esta tradición, cuestionando la posibilidad de certezas absolutas en la ciencia y la moral. Su legado influyó en pensadores renacentistas como Montaigne, quien adoptó el escepticismo

como herramienta vital para navegar la complejidad humana. Hoy, el escepticismo sigue vigente en debates científicos y éticos, destacando su relevancia en una era de desinformación. Desde la crítica al creacionismo, como en el caso de Richard Dawkins, hasta la evaluación de noticias falsas, esta postura fomenta el análisis riguroso. Sin embargo, diferenciarlo del agnosticismo o el ateísmo es clave: mientras el escéptico duda basado en evidencia, el agnóstico cuestiona la capacidad humana para demostrar lo divino. Este matiz subraya su valor como antídoto contra dogmatismos, invitando a una sociedad más crítica y reflexiva.